Un escrito para la reflexión,
muy adecuado a los tiempos
que estamos viviendo.
De nuestro gran
Juan Pasquau Guerrero.
LA CIUDAD ALEGRE Y CONFIADA.
[Por JUAN PASQUAU]
Pertenecemos a un mundo tan
orgánicamente tramado por
fuera y tan íntimamente
desligado por dentro,
tan familiar y tan hostil,
tan de todos y tan de nadie,
con tantos intereses comunes y
con tantas ambiciones en lucha,
que los motivos para la desazón
son graves y constantes.
No, no va a seguir en pie nuestra
ficha de dominó si todas las otras
se abaten sobre el mármol.
Puede engañarnos nuestra
«civilización», esa falsa seguridad
que da un bienestar histórico
momentáneo; ese alejamiento en
que vivimos de las zonas de
fricción, de la violencia máxima.
Está claro que tenemos un
sentido estético muy
desarrollado.
No aceptamos en el coche una
línea anticuada, ni que asome lo
más mínimo al descubierto el
tubo de la fontanería oculta
porque haría feo. Nos preocupa
la forma de la copa de la
cafetería. No toleramos el tacón
gastado, erosionado, del zapato.
Somos muy civilizados…
Es la manera de dar carta blanca
a una frivolidad —«la ciudad
alegre y confiada» de Benavente
— que se obstina en no creer en
la tormenta y que ni siquiera
cuando truena se acuerda de
Santa Bárbara.
No nos engañemos.
Puede tratarse de una defensa
falaz frente a nuestros ritos
crueles que momentáneamente
soterrados, pueden un día u otro
salir a la superficie.
Cuando el derrumbamiento en
serie de las fichas de dominó
afecte a la nuestra.
(Juan Pasquau, «Las fichas de
dominó», Ideal de Granada,
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