- Tras la aparición en las noticias de hoy de una noticia que alerta sobre los peligros del uso de esta aplicación para móviles nos gustaría hacerla extensible a nuestra comunidad educativa:
- Último día del curso pasado. La madre de un alumno de un colegio privado envía un comentario al grupo de WhatsApp -en el que participan los padres que tienen a sus hijos en la misma clase- para informarles de que esa jornada concluirá a la una de la tarde, dos horas antes de lo normal. Los comentarios que se desencadenan a continuación terminan por acusar a los docentes de «pegarse un banquete» a costa de sus bolsillos al suprimirle a sus hijos el servicio de comedor ese día. Una simple noticia que tenía como fin poner al tanto a los padres de un cambio en el horario acaba con un auténtico «linchamiento» hacia los maestros y la dirección del colegio, sin ni siquiera constatarse si se ofrecía a los menores la posibilidad de almorzar en el comedor en caso de que los familiares no pudieran recogerlo a la hora fijada.
- Quien esto relata es una de las madres que participa en el grupo de WhatsApp, aunque hace ya tiempo que apenas envía comentarios después de la experiencia vivida los cursos pasados. Alarmas sin fundamento, incidencias tergiversadas y enfrentamientos entre familias se han convertido en el pan nuestro de cada día de un chat que en su origen tuvo un buen fin: compartir información útil del colegio. Por tal motivo, cada vez son más los centros educativos que advierten en la reunión que mantienen con los padres al inicio de cada curso del peligro que entraña hacer un uso irresponsable de esta tecnología.
- La situación ha llegado a tal extremo que el colegio privado San Francisco de Paula envió el pasado marzo una circular a los padres en la que pedía «tomar conciencia de que estos recursos deben ponerse al servicio de la comunicación y no de la difusión de insultos, comentarios maledicientes y descalificaciones personales que constituyen verdaderas alteraciones de la convivencia».
- «Correveidiles de última generación». Así define Joaquín Egea, director del colegio concertado Buen Pastor, en Nervión, los grupos de WhatsApp que crean los padres. «Esto se ha convertido en una fuente de conflictos», asegura Egea, quien ha comprobado cómo muchas veces antes de constatar una información en el centro deciden comunicarla al resto de familias, lo que supone generar una alarma que en la mayoría de los casos es ficticia. «Un padre recibe una comunicación del colegio y de inmediato la da a conocer al grupo de chat, donde hay otros a los que aún no les ha llegado. Esto ya crea especulaciones que derivan en críticas sin fundamento al colegio, que es adonde primero se tienen que dirigir a resolver sus dudas o exponer las quejas». Éste es uno de los muchos ejemplos que pone el director del Buen Pastor sobre el riesgo de los grupos de WhatsApp, de ahí que se les aconseje a los padres una utilización adecuada de esta tecnología.
- Igual ocurre en el colegio público Híspalis, en Sevilla Este, donde, según su directora, Mercedes Muñoz, a los padres se les ha pedido que tengan «cuidado» con los comentarios en estos grupos. «A la larga va a hacer mucho daño, pues los datos que en ellos se aportan se malinterpretan, en lugar de aclararlos«, señala Muñoz, quien explica que en la primera reunión que tienen en septiembre lo primero que hacen los padres es «pedirse el número de móvil para crear los grupos». «El problema que tenga un niño en el colegio se debe resolver entre el menor, los padres y el tutor, no ha de exponerse en un chat con las demás familias», incide la directora del Híspalis.
- Este tipo de grupos llega a funcionar como una AMPA paralela, donde se cuestiona cualquier medida que el colegio o el tutor tome, aunque el mayor peligro radica en informaciones que no están constatadas. No han sido pocas veces las que, como señala Mercedes Muñoz, las noticias falsas han dado lugar a conflictos entre familias. «Una pelea sin mayor importancia entre niños se descontextualiza y acaba con un enfrentamiento serio entre padres de alumnos que al día siguiente tienen que compartir pupitre», explica esta directora.
- Consciente del peligro que entraña el WhatsApp, el equipo directivo del colegio Giner de los Ríos, en La Algaba, decidió que ningún alumno llevara el móvil al último viaje de fin de curso. «La única vía de contacto era la del maestro con los padres, que informaba a través del WhatsApp a cada uno. Así se evitaba que los padres se asustaran por alguna pequeña incidencia o que sacaran conclusiones erróneas de las fotos que les enviaran sus hijos», relata Segundo Presencio, director del citado colegio. Para Presencio hay una cosa clara: «Las nuevas tecnologías no son ni buenas ni malas. Son asépticas, lo que hay es que saberles dar un uso conveniente». (Diario de Sevilla.es) .
- Hay colegios que se han vistos obligados a dar un toque de atención a los progenitores de los alumnos por el mal uso que se está haciendo de los grupos de Whatsapp, ya que esta práctica está repercutiendo de forma negativa en el desarrollo personal e intelectual de los escolares.
- El motivo es que tanto los profesores como la dirección del centro han detectado como, día tras día, son cada vez más los niños que están haciendo dejación de sus responsabilidades en lo que respecta a las tareas académicas que deben realizar en casa o los temas que deben de estudiar para poder afrontar los exámenes previstos a lo largo del curso académico.
- De hecho, estos chats se han convertido en el auxilio de muchos estudiantes, quienes saben y confían en que cuando olvidan los deberes en clase, la agenda, los libros o los trabajos, siempre puedan contar con el Whatsapp del grupo de clase que tienen sus padres para paliar sus despistes o su falta de responsabilidad. Los progenitores se convierten así en las agendas de los hijos.
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